viernes, 9 de octubre de 2009

LLEGAR HASTA DONDE LLEGA EL MERCADO

He aquí una breve pero muy curiosa historia que me encuentro en el asombroso Wikipedia... señoras y señores, con ustedes, el mayor grupo de la historia del rock... The Masked Marauders.

La historia de los Merodeadores Enmascarados es probablemente una de las mayores bromas (¿o estafas?) de la historia comercial. Una curiosa historia que comienza con una reseña publicada en la revista Rolling Stone el 18 de octubre de 1969, en la que el cronista asegura haber asistido en Hudson Bay Colony, Canadá, a una “jam session” de una banda de experimentados amigos, que se han reunido por el puro placer de tocar juntos, y poder grabar un disco en paz y armonía, alejados del ruido de las multitudes. No se trata de unos cualquiera; estamos hablando de Bob Dylan, Mick Jagger, John Lennon, George Harrison y Paul McCartney.

El artículo lo firma T. M. Christian (seudónimo del editor de Rolling Stones, Greil Marcus), y describe la sesión con todo lujo de detalles, incluyendo la lista completa de canciones grabadas y quiénes tocan o cantan en cada una. Cinco cortes en la cara A y cuatro en la cara B del primer LP, la mayoría de ellos temas clásicos de la época más heroica del rock’n’roll, y algunos nuevos firmados por The Masked Marauders como autores. También se incluyen largas improvisaciones instrumentales. Dice literalmente la reseña, “ciertamente se puede decir que este álbum es más que un modo de vida: es la vida”.

Porque como se cuenta en el artículo, los contratos que atan a cada uno de los artistas han hecho imposible que se identifiquen, y los nombres recogidos en el disco son seudónimos, así como el nombre del grupo se ha inventado para la ocasión: The Masked Marauders, algo así como los Merodeadores Enmascarados. Como productor, el mismísimo Al Kooper, una leyenda desde que tocó el Hammond en Like a Rolling Stone. Y como casa de discos, un sello desconocido: Deity Records.Un pequeño pánico colectivo se desata, y las tiendas de discos reciben peticiones por todas partes de un disco que no tienen. Incluso Grossman (manager de Dylan) y Klein (manager de Beatles y Rolling) se ven colapsados por fans deseando hacerse con el histórico vinilo.

La respuesta no se hace esperar, y pronto aparecerá un disco que responde exactamente a la descripción hecha en el artículo; incluso alguno de sus cortes se radia en emisoras de San Francisco y Los Ángeles. Más de 100.000 unidades se venden en días, y durante doce semanas el vinilo estará en el Billboard.

Pronto se destapará la verdad, sin embargo. Nunca existió la sesión descrita, y el grupo que realmente ha grabado el vinilo es una oscura banda de “skiffle” contratada para la ocasión por los artífices del reportaje, los Cleanliness and Godliness, a los que se ha pedido que interpreten lo descrito, imitando voces y maneras de tocar de las estrellas. Para la ocasión, incluso la Warner colaborará dando de alta un sello nuevo (con el nombre de Deity Records, por supuesto) y poniéndolo en la producción. Técnicamente, no hay en el producto mentira alguna, los nombres que aparecen son los verdaderos y las canciones que recoge son las nombradas en la funda. Otra cosa es que todo el mundo creyera en la revista Rolling Stone. Desde ésta, y después de saberse la verdad, el asunto siempre se trataría como una gran broma, manifestando la creencia de que era difícil que nadie fuera a tomársela en serio. Gleason, cofundador de la revista, diría que había sido un “delicioso pedacito de mitología instantánea”. Broma que a los airados fans no hizo mucha gracia, por cierto.

El invento estaba bien fabricado, ya que refería de modo directo a las tendencias de entonces. Así, se inspiraba por un lado en el incipiente auge que estaban cobrando en la época las superbandas, pero también en el éxito de ventas que alcanzaban entonces los primeros discos piratas, fabricados desde cintas desechadas y escamoteadas de los archivos de las discográficas, un producto en el que descartes y conciertos de Dylan estaban empezando a batir marcas de ventas.

Como guinda, una de las frases del texto impreso en la funda del vinilo: “En un mundo de farsantes, los Masked Marauders –benditos sean- son el artículo genuino”. Muchos años después, inspirados en esta historia, grabarían juntos los Travelling Wilburis, una superbanda compuesta, esta vez, de estrellas de verdad (incluyendo a dos de los supuestos Merodeadores) que no firman con sus verdaderos nombres, si bien les resulta difícil ocultarse bajo la música.

Para aquellos lectores de irrefrenable curiosidad o enfermiza mitomanía hay que decir que el disco de marras está remasterizado y digitalizado, y es fácil de encontrar a través de Internet. Otra cosa es que merezca la pena, musicalmente hablando, ya que resulta francamente tedioso. También se puede bajar de diversos sitios de la red, y creo que por esta vez sin cargos de conciencia. Ya sabéis, quien roba a un ladrón...

viernes, 2 de octubre de 2009

JUICIOS Y PREJUICIOS

Tras un largo paréntesis estival y otra vez metido de lleno en mi torbellino, me encuentro otra muestra más de que este mundo, este viejo mundo mío, se está trastocando, y a veces me da la sensación de que la velocidad con que gira es pasmosa. “Time is a jet plane”, decía Robert Zimmerman...

El caso es que mi amiga Z. nos ha dejado con la boca abierta, porque acaba de “salir del armario” (esta expresión es odiosa, pero no es ocasión de jugar con la ética lingüística, que estamos ante un tema de importancia). Hace unos días, Z. ha hecho público que comparte su vida desde hace años (más o menos, una década) con otra mujer, y no contenta con ratificar vagas sospechas –en diez años algo se ha notado- ha decidido casarse, además.

Sé qué habrá lectores a quienes todo esto no parezca extraordinario, y que se mueven en un ambiente donde las relaciones “alternativas” (joder con las expresiones correctas) no son ninguna novedad. En el ambiente en que me muevo, en cambio, sí lo son. A
veces incluso no sólo una novedad, sino una novedad dudosa. El miedo a lo que es diferente a nosotros mismos a veces se trastoca en censura o desprecio (¡tanto afán por destacarnos del resto, por ser más originales, y a la hora de la verdad nos aterra despegarnos de lo mediano!).

Confieso que yo mismo, supongo que por deformación profesional -la forma sigue a la función, y todo eso-, siempre he creído que lo normal o lo correcto venía ya condicionado por el diseño, sin más posibilidades. Y de pronto, esta identificación entre comportamiento y biología se me está antojando ahora una etología un tanto pobre, más cercana a los patos de Konrad Lorenz que a lo que debe primar al relacionarnos con nuestros semejantes, e incapaz de explicar los insondables misterios de nuestra ignota humanidad.

Así, y por más que lo intento, y desde mi minúsculo punto de vista -un átomo en un universo inconcebible- no consigo encontrar nada reprobable en esta historia. No puede tratarse de un mal funcionamiento biológico, de una “desviación”, ya que mucho me temo que a Z. no le gustan las mujeres, sino que le gusta SU mujer. No puede existir tampoco una contaminación ambiental, por cuanto esta amiga procede de un entorno tan cerrado como el mío. Y tampoco se podrá argumentar que es un comportamiento fruto de la inexperiencia en las relaciones “convencionales”, ya que sucede que cuando Z. conoció a su pareja, ambas mantenían relaciones estables con sendos maromos, y ambas cambiaron la tranquilidad de esa “normalidad” por una vida incómoda y opaca, por una vida de doble factura, que en muchos momentos habrá resultado asfixiante, pero que siempre les ha valido la pena, con tal de entregarse cada una a la otra.

Como a los padres de “Adivina quién viene a cenar”, ya no me quedan argumentos para el rechazo, y para ser negativo sólo me queda pensar en cómo un entorno injusto y miope pueda interferir en la pareja. Pero si esta relación ya ha pasado por tantos años de renuncia a la comodidad, se ha reforzado en un enorme brío común de mantenerse aún bajo un disfraz, evitando cualquier interferencia, y ha culminado en la valentía de sacar la verdad finalmente a flote, mucho me temo que pocas presiones pueden importar ya. Menuda fuerza y convicción hay que tener. Aquí, sólo puede haber una respuesta a todas las preguntas, y esa es el Amor, uno de tal magnitud que no habrá dinamita que lo venza. Aquel que tenga el convencimiento de que el suyo le compensaría por pasar diez años de juego del escondite, por un rechazo de gran parte del mundo en el que ha vivido, incluyendo familia y supuestos amigos, aquel, que ose dudar de lo que no entiende. Los demás, manténganse en silencio.

En conclusión, me temo que tengo que replantearme aún muchos de mis esquemas, y que no puedo dar nada por consolidado... ¡a mi edad! Tendré que darte las gracias, Z., por recordarme que aún tengo mucho que aprender. Te deseo (os deseo) lo mejor. Y recuerda que quien ni siquiera hace el esfuerzo de entender, es probablemente porque carece de importancia.

OTRAS COSAS: Empieza la temporada imparable... vendrá Palladio a CaixaForum, para curarnos de la triste publicidad del miembro del “star system” que por fin cierra, curación que ya ha iniciado Niemeyer en la Telefónica (que por cierto, ha cedido definitivamente sus espacios más nobles al triste comercio de móviles, expulsando la Cultura a la planta tercera; ello no hace la muestra de maquetas, dibujos y fotografía del gran creador brasileño menos imprescindible). Y son inminentes las sorpresas en el Prado y en el Thyssen, donde dos grandes pintores, poco conocidos del gran público, serán objeto de sendas muestras casi completamente inéditas.

lunes, 15 de junio de 2009

MIS HORRORES FAVORITOS

Hace años -muchos más de los que me gustaría- era fiel lector de ese revoltillo maravilloso que se llamaba “La Luna de Madrid”, revista independiente que muchos años después de su desaparición se convirtió en la crónica oficial de la Movida (¿?), un fanzine de lujo que llegó a vender 30.000 ejemplares al mes.

Los que lo conocieron se acordarán de su maquetación abigarrada, que hacía vertiginosa la lectura, de su abundancia de tendencias, todas ochenteras, de su enorme plantel de creativos, Casani, Ceesepe, Pérez Villalta, Cueto, El Zurdo, García-Alix, Berlanga, Panero, Verdú, en unas páginas donde cabía todo, especialmente optimismo, transgresión y modernidad.

Y si hay una sección que recuerdo con especial añoranza es aquella titulada “Mis horrores favoritos”, donde mensualmente se exponía a la vergüenza colectiva una selección de arquitecturas falaces y dañinas, perpetradas por titulados sin conciencia. Tengo aun grabada en la memoria el artículo en el que se defenestraba el edificio con iglesia que sustituyó al vergonzosamente demolido convento del Buen Suceso, en la calle de la Princesa de Madrid; para ello se acudía a una acertada analogía con las latas de conserva...

No dejo de echar de menos esta sección, además, cada vez que algún disparate urbano me abofetea sin piedad. María del Mar se asombraba hace unos días cuando descubría que no existe ningún control estético-legal de lo edificado, salvo en algunos núcleos donde la protección histórica del ambiente ha sido tenida en cuenta en sus ordenanzas. Así debe ser, por supuesto: sólo faltaría que fuera el gusto de algún funcionario municipal el que decidiera qué es lo correcto (mientras lo fue Ventura Rodríguez en Madrid así era, por cierto, y a esa época le debemos edificios de los mejores… en todo hay excepciones). El control estético lo debe ejercer el propio arquitecto ante su obra, y esa es la primera máxima de la ética profesional.

El problema de fondo es que desde que la educación se construye entre el afán político de estadísticas que busca que todo el mundo acabe aprobando (una selectividad superada por el 98% de los estudiantes no es una selectividad) y una universidad donde prima ante todo el negocio, el título de arquitecto, que es el que nos ocupa, no garantiza que su poseedor tenga ni siquiera un criterio de qué fue lo bueno y lo malo antes de él.

La presión de los oropeles del star-system, la absurda pedagogía utilizada en la enseñanza del proyecto, viajes académicos para descubrir la obra de Calatrava a alumnos a quienes no se cuenta quién fue Alvar Aalto y sobre todo, una sociedad a la que la arquitectura importa un bledo, dispuesta a gastarse importantes cantidades de dinero no en un buen arquitecto, sino en un primo arquitecto, dan como resultado una disciplina en la que la ofensa al entorno está a la orden del día y a la que seguir considerándola “la madre de las bellas artes” empieza a resultar poco menos que un chiste.

Adjunto algunos ejemplos recientes, no tanto como denuncia a esta agonía de una actividad que fue maravillosa (todo debe cambiar para que todo siga como está, decían en El Gatopardo) sino como homenaje a esa íntegra sección de aquel fanzine. Será que me estoy haciendo mayor...

miércoles, 29 de abril de 2009

CON ZETA DE JAZZ

Para darle un respiro a nuestro esforzado Presidente en estos tiempos difíciles, y sabiendo la ilusión que le hace compartir espacio con Mr. Marshall, traigo a ambos a la vez a este modesto blog, como ilustración de las dos caras de una misma moneda. No cabe duda que la imagen que dan nuestros políticos está tan estudiada como la de cualquier estrella mediática. Se trata de vender, en cualquier caso, ya que la política es tan negocio como cualquier otra cosa. La cuestión es que algunos aciertan con la imagen, y otros… no tanto.

Dice Alazar que Barack Obama ha cultivado durante su campaña una imagen de músico de jazz de los 60, o en sus propias palabras, se ha revestido de un “look Blue Note”. La verdad es que ciertamente, es la impresión que da, no cabe duda. Pero a raíz de esta idea, y siendo un tanto retorcido, creo que este asunto está más que premeditado, y que lo que se ha buscado es más sutil… Yo diría que esta impresión está pero que muy estudiada, calculada cuidadosamente por sus asesores de imagen, y que va más allá. Concretamente, Obama resulta un icono que nos remite inconscientemente a los luchadores por los derechos civiles de los 60, al Dr. King y sus ayudantes, a Meredith entrando en la universidad bajo custodia de la Guardia Nacional, a los disturbios en Oxford Town, a conciertos benéficos en Misisipí de Seeger, Dylan y compañía, a Kennedy. ¿A que parece una idea muy eficaz?

Y en el otro extremo, podríamos situar al Sr. Rodríguez Zapatero. No es momento para entrar en lo mal que le sientan los trajes que lleva, algo que está más allá de cualquier ideología al ser un dato puramente objetivo. Lo que le trae a estas líneas y a este tema es esa campaña tan chocante como eficaz, a juzgar por los resultados electorales obtenidos después. Me refiero a esa campaña dominada por una Z, con esa idea de personalismo a ultranza, en la que no se vende ya una idea (que igual ni existe) sino directamente a un sujeto concreto -aún a costa de darle unos cuantos puñetazos al diccionario de nuestra maltrecha lengua. A priori, podríamos pensar que en este caso, también los asesores de imagen han sido muy eficaces…

…pero no es así, en realidad. Al menos, han descuidado el voto de los aficionados al cómic, a quienes la campaña de la Z nos lleva inevitablemente a asociar a D. José Luis con -¡ni más ni menos!- el mismísimo ZORGLUB, otro adicto a su propia Z, a la que también rinde culto, dictador en ciernes gracias a haber inventado la “zorglonda”, esa onda que anula la voluntad del votante, y poseedor también de unas cejas que inspiran cualquier cosa menos confianza.

No, los aficionados al cómic nunca podremos votar a quien nos remite subliminalmente al peligroso enemigo de Spirou y Fantasio, empeñado en colocar publicidad en la luna y en hacerse con el control del mundo entero. Que nadie se ofenda, es algo superior a nuestras fuerzas y a nuestra voluntad. Al menos, hemos colocado a José Luis junto a Barack en el mismo artículo, y eso sabemos que le gusta mucho. Cosas de la imagen…

sábado, 4 de abril de 2009

SIN POLÍTICA Y SIN RELIGIÓN, POR FAVOR

Nunca me ha parecido simpático el troceado y aspirado de niños en gestación. Por ello, he acudido recientemente a una manifestación pro-vida, junto con otras muchas personas justas. Sorprendentemente, la prensa favorable al crimen ha hablado de esta concentración como una maniobra de los partidos de derecha y del “ultracatolicismo” (un curioso término recién acuñado, con cierto aire despectivo, para añadir un toque amenazador a la Iglesia). Imagino que es su falta de argumentos lo que lleva a estas inexactitudes, o bien es que yo estuve en otra manifestación, ya que en la mía, ni entre los convocantes ni entre los participantes en el estrado estaban representantes de la Iglesia o del Partido Popular, que fue además criticado por su cobarde inhibición. Y es que este no es un asunto político o religioso, por más que sus promotores no tengan otra manera de venderlo, en burda reacción a ambos estamentos. No, el asesinato es un asunto universal; la defensa de la vida no conoce ideologías, creencias, colores. Por ello, he realizado un simple ejercicio, el averiguar cuántos argumentos contra el aborto se me ocurrían en una hora… sin política y sin religión. Sólo lo evidente. Aquí van:

1. Seré pretencioso, pero me considero persona desde mi concepción. Como un sabio oriental, debería celebrar mi cumpleaños de acuerdo a la concepción y no al alumbramiento. Si alguien prefiere pensar que en su estado gestante no era persona, allá él con su escasa autoestima.

2. He encontrado muchos testimonios de mujeres que han abortado y que declaran un profundo arrepentimiento. Lo que no he encontrado es ningún testimonio de madres arrepentidas de no haber abortado, y que prefieran que sus hijos estén muertos.

3. El supuesto derecho de la madre a decidir… ¿no debería tener en cuenta que también hay un padre? ¿O este sólo cuenta cuando hay que pagar facturas de manutención del niño? ¿Su derecho no debe ser también protegido?

4. ¿Quién es el guapo que pone los límites temporales? Se dice que la raya debe estar en ese punto antes del cual el niño no prospera solo… pero en realidad, ese punto está varios años después de nacer. ¿Podemos por tanto cargarnos al que berrea por las noches en casa del vecino, que también molesta un rato?

5. Ahondando en lo anterior: no hace muchos años, un sietemesino tenía pocas posibilidades de prosperar y en cambio ahora es un problema superado por el avance de la medicina. ¿Habrá una comisión que retoque el límite según la ciencia consiga mejores resultados? ¿La integrarán becarios de prácticas en cajas de ahorros?

6. Se considera de igual o mayor importancia la potencia que el acto, y hablo de los pensadores que han construido la historia de la Filosofía. Tanto o más importante es lo que puede ser como lo que es. Hasta los vaqueros lo saben… Decían en “Sin perdón” que cuando matas a un hombre, no sólo le quitas lo que tiene, sino que además le quitas todo lo que podría tener.

7. En el origen de todos los códigos de conducta de cualquier pueblo civilizado se encuentra esta idea: no hagas nada a nadie que no te gustaría que te hicieran a ti. Dicho esto, que levante la mano al que no le importaría que su madre le hubiera abortado.

8. Ante un aborto inesperado, se le deben ofrecer a la madre ayudas y soluciones, físicas y psíquicas. Pero entre esa oferta no puede estar un asesinato. Si se acepta como solución legítima, no hay gran diferencia con ofertar desde el INEM a un parado, además de subsidios y cursos, la elegante posibilidad del suicidio, que desde luego resolverá sus problemas de forma tajante. Y con esta óptica, también un empresario cercano a la quiebra puede presentar un plan de saneamiento que incluya el gasear a la mitad de su plantilla.

9. A las pocas semanas de gestación, el ginecólogo nos puso el sonido de la máquina de las ecografías. Casi me caigo de espaldas, al escuchar latir el corazón de mi hijo, ¡y con mucha más vida que el mío propio! ¿Quién se atreve a decir que no era el corazón de un ser humano porque no había llegado a las 22 semanas?

10. Matar un ejemplar de una especie protegida es un delito, como debe ser. Y matar uno que está gestando debe ser un delito mayor, ya que estamos duplicando la obstrucción al futuro de la especie.

11. Tradicionalmente se considera un agravante el que la mujer asesinada estuviera embarazada. ¿Deja de ser así si sólo muere el gestante?

12. Por lo que he podido leer, parece que la Ciencia tiene muy claro que el inicio de la vida está el momento de la concepción. He encontrado argumentaciones desde la genética, desde la biología molecular, desde la medicina,… Pero no he encontrado un escrito científico seriamente argumentado que defienda lo contrario, y mucho menos que establezca que el comienzo de la vida se produzca en otro momento.

13. Hoy es sumamente fácil evitar un embarazo. No hay excusa para que nadie deje de responsabilizarse de las consecuencias que provocan sus actos, tanto si se es imprudente en la carretera como si se es imprudente ante el sexo. ¿Hay que solucionar la papeleta al conductor imprudente rematando a su atropellado que, como el niño no nacido, estaba en un sitio “inoportuno”?

14. Si después de todo, a pesar de las numerosas campañas informativas, a pesar de la educación que los padres deben a sus hijos, a pesar de los pesares, se produce el embarazo no deseado… sabemos de la enorme lista de espera de parejas deseosas de adoptar. Cualquiera de ellas está más que dispuesta a sufragar todos los gastos de ese embarazo, la baja de la madre y hasta a pagarle un sueldo si hace falta.

15. Qué peligroso es uno de los argumentos clásicos de los abortistas y de los nazis: el niño que viene con problemas. Entra un concepto perverso, que es la eliminación para evitar una vida desgraciada. ¿Quién es capaz de decidir por otro, por muy averiado que esté, si tendrá o no capacidad de ser feliz? Cuando se pregunta a personas con minusvalías, disminuidos de cualquier tipo, ninguno se arrepiente de haber nacido ¡faltaría más!

16. Y ya puestos, si pasamos la noche con un mocetón de color… ¿no cabe suponer que si el hijo que viene es de color también puede ser desgraciado en según qué entornos más o menos racistas? ¿No es igualmente factible, entonces evitarle una vida “desgraciada” mediante un aborto a tiempo? ¿Y no será también desgraciada una niña en este perro mundo machista? ¿O un hijo de un seguidor del Betis, cuando todos los hermanos de la madre son del Sevilla? Maldita sea, este argumento es comodísimo para cualquier eliminación programada (léase limpieza étnica también).

17. Ante la decisión a tomar, la mujer en concreto debe saber que la opción del aborto no supone el “desembarazarse”, es decir, volver al punto inicial. Una vez la mujer se ha quedado embarazada (por una acción personal, ojo, esto no es un resfriado), haga lo que haga la situación final siempre será distinta a la de antes de iniciar la gestación. Por tanto, en su toma de decisiones se debe eliminar el espejismo de que abortando, “aquí no ha pasado nada”.

18. Hasta un abortista convencido, ante una mujer que porte un “embarazo deseado”, considera al gestante y habla de él como de un bebé sin ninguna duda. Hasta se le pregunta a la madre si el angelito se porta bien o da muchas patadas, si es niño o niña… Sin embargo, cuando el abortista habla de un “embarazo no deseado”, lo que antes consideraba un niño se convierte ahora en un embrión incipiente, en unas células en progreso, o en cualquier otra definición confusa que le evite problemas de conciencia.

19. Que te troceen y aspiren debe doler un rato… si se aplicaran métodos de tal crueldad con cualquier otro mamífero pondríamos el grito en el cielo. Sin embargo, un bebé en gestación (pese a que también tiene un sistema nervioso) para un abortista es menos que un animal.

Y hasta aquí me ha dado de sí la hora. Pero los argumentos podrían seguir… Ayer mismo Alazar me ofrecía unos cuantos más. En cualquier caso, no dejemos de acudir a manifestarnos cuando se pueda, colaboremos con asociaciones pro-vida, neguemos el voto a cualquier partido que no garantice en su programa el fin de esta vergüenza colectiva. Quien no luche contra este genocidio subvencionado se convierte en cómplice. No importa que seamos pocos, también eran pocas las primeras sufragistas, en una sociedad que tenía muy claro que la mujer no tenía capacidad natural para votar, o los primeros abolicionistas en un entorno donde la economía se sustentaba en la injusticia de la esclavitud. La causa es justa, por lo que la victoria es segura, en uno o en cien años.

domingo, 8 de marzo de 2009

CUANDO CONSTRUYAMOS OTRA VEZ

En una de mis recientes cacerías a través de la red del ancho mundo he cobrado una sensacional pieza. Se trata de un libro mítico en su campo, “When we build again”, que fue publicado en Gran Bretaña en plena guerra mundial (la segunda) y que tuvo una enorme influencia en la siguiente generación de urbanistas ingleses y en sus interesantes trabajos. Fue el fruto de un equipo de profesionales que lo editó de forma anónima para resaltar el carácter de obra colectiva (aunque es sabido, por ejemplo, que sus fotografías fueron hechas por el gran Bill Brandt, algunos de cuyos originales pudimos ver en la última edición de PhotoEspaña), y se centraron en Birmingham como ciudad-piloto de la investigación.

Los autores de este libro vieron en el parón que supuso la guerra, e incluso en la destrucción que el “blitz” suponía, una oportunidad de reflexionar sin prisas, de analizar los errores cometidos, de plantear nuevos esquemas, y de pensar cómo debían ser los hábitats urbanos del futuro. ¿Algún lector está pensando lo mismo que yo? Nuestro país se halla sumido en una profunda crisis, y entre sus causas ocupa un puesto destacado la voracidad inmobiliaria de los últimos años, sin duda. No es una guerra, pero en muchos aspectos sociales y económicos, la crisis está produciendo secuelas parecidas…

¿No es por tanto un buen momento para aprovechar el parón, reflexionar con calma, y preparar un futuro mejor? ¿No podemos tomar ejemplo de este equipo de idealistas, que supieron sacar partido a la desgracia? Pues mucho me temo que por ahora, esto no se está haciendo. Desde luego, nuestra clase política ya sabemos que no, están suficientemente ocupados en mantener el culo bien pegado al sillón. Y siento decir que nuestros pretendidos expertos, tampoco.

He asistido hace unos meses a unas jornadas organizadas por el Observatorio de la Vivienda del Ayuntamiento de Madrid. Han sido algo muy parecido a aquellos chistes de “van un ruso, un francés y un español…”. En efecto, los países que nos rodean sí tienen visión de futuro. Representantes de Holanda, Francia e Inglaterra, ligados a distintas universidades, expusieron sucesivamente los estudios en los que se hallan inmersos, buscando las causas de la muerte inmobiliaria, el cómo reorientar la actividad para cuando despierte, qué hacer con el suelo y el “stock” existente, y poner las bases de crecimientos sostenidos, con mayor calidad y adaptados a la demografía y economía futura. Tres ponencias esperanzadoras, imaginativas y cargadas de ilusión.

Y llegó el turno del español, representante de una empresa que realiza los estudios de mercado inmobiliario para el Ayuntamiento de Madrid. Con él, llegó el desenlace del chiste. Todo lo que supo exponer son las medias de sus estadísticas, el producto de simples operaciones aritméticas sobre bases de datos dudosas (de sociedades de tasación) y encuestas telefónicas. A cuánto está la oferta (que no el valor) del metro cuadrado en cada barrio, cuántas viviendas se han vendido, cuántas en mercado primario y cuántas en secundario… No faltaba la noticia de siempre, “un año más, la vivienda demandada ha reducido su tamaño”, como si el comprador realmente prefiriera menos metros y no fuera la razón el que cada vez puede pagar menos. Ausencia de visión de futuro, pero también mal análisis del presente.

Para rematar la jornada, se abrió una mesa redonda para que los “expertos” del sector dieran su visión de la crisis y las soluciones que proponen. Los he puesto entre comillas porque me resulta muy asombroso que reiteradamente se convoque a los mismos (uno de ellos debe vivir sólo de este tipo de eventos, porque no creo que le de tiempo a nada más). Son, precisamente, representantes de las empresas que han colaborado directamente en el hundimiento. ¿Porqué si esta gente es parte del problema, se les deja también opinar en cómo hay que solucionarlo? ¿Es que debemos contratar al que nos ha robado para que después nos instale una alarma?

Entre los sabios, comienza el representante de las Sociedades de Tasación, que tiene el descaro de decirnos que ellos ya sabían la que se nos avecinaba, por lo menos desde hace tres años. Fácil de decir ahora, por supuesto. Y si es cierto, ¿nos podían haber avisado, o estaban muy ocupados llenándose los bolsillos? Mejores sonrisas nos preparaba el flamante nuevo presidente de los promotores (el anterior anda muy ocupado con varios pleitos, creo). Su brillantísima “solución final” pasa porque entre todos les recojamos la basura. Perdón, me refería a que en su opinión, estaba muy claro que el Estado tenía la obligación de comprarles todo el “stock” de viviendas que se les habían quedado colgadas. Además, teníamos a un banquero, clamando por la inyección económica gubernamental, y al rey de la estadística, recordándonos que hay que hacer viviendas cada vez más miserables, por que es lo que demanda el comprador. Sólo faltaba en la mesa un político, y así hubiéramos tenido el grupo completo (¡cuál hubiera sido su solución? a ver si lo adivino… ¿más vivienda protegida?).
Hay que tener muy poca vergüenza para haberse pasado tantos años de recolección sin abonar para después, y ahora dárselas de damnificado, de experto, y de injustamente tratado por los poderes públicos. ¿Nadie se da cuenta de que todas esas acciones nos hunden más en la ciénaga? ¿No habrá en todo Sodoma un único justo, que consiga el perdón para todos? ¿No hay nadie que sepa aprovechar la experiencia para mirar hacia delante?

Es obligación del político promover los grupos de investigación y opinión en este sentido, como es obligación de la banca el financiarlos. También es obligación de los promotores el mirarse el ombligo, y expulsar del sector a tanto arribista inculto y futbolero, primando la actividad de los que sí son profesionales sólidos, que a su vez deben ser capaces de replantearse sus esquemas, ya agotados. En resumen: alguien tiene que publicar un libro que se llame “Cuando construyamos otra vez”. No dejemos pasar, una vez más, la oportunidad, para encontrarnos, en la próxima crisis, diciendo las mismas cosas.

No quiero que se me tache de negativo, ni añadirme al grupo de plañideras que empeora la crisis hablando de la crisis. Voy yo también a mirar al futuro, y a dar ejemplo, desde mis escasos recursos. Por ello, prometo en próximo artículo, aportar nuevas ideas para estos problemas viejos. En realidad, no son nuevas ideas, sino las que todos los agentes del sector conocen perfectamente y siempre callan, no sea que se les cierre algún grifo… lástima que con ello hayan conseguido que se cierren todos. Hasta entonces.

jueves, 26 de febrero de 2009

EL SEÑOR EINSTEIN TAMBIÉN ESTÁ EN CRISIS

Si llego a su edad, espero fervientemente llegar además con el orden de cabeza, la facilidad para navegar por internet, el optimismo y el sentido del humor de mi madre. Recientemente me envía en un correo unas palabras que resultan una receta terapéutica para estos tiempos que corren, un estímulo para sacar partido del caos. Creo que es obligado colaborar en su difusión; espero que más de uno las encuentre, al menos, inspiradoras.

"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado.

Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.” ALBERT EINSTEIN

¡LA LEYENDA DEL ENDURANCE SIGUE VIVA!

Llega a Madrid la muy famosa exposición sobre la aún más famosa gesta de Shackelton y sus hombres, la accidentada travesía del Endurance en la Antártida, toda una demostración de lo tenaz que puede ser el hombre cuando su supervivencia está en juego, y de lo importante que resulta en un equipo que tiene todo en contra estar dirigidos por el líder adecuado.

Aunque se ha publicado en multitud de medios, no me resisto a poner aquí el anuncio que Sir Ernest Shackleton colocó en la prensa británica para reclutar a su tripulación:

“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.”

La exposición, basada en la organizada por el
American Museum of Natural History (Nueva York) cuenta como material principal con las extraordinarias fotografías de Hurley, que son obras maestras en sí mismas, con independencia de la apasionante aventura que documentan.

Cita obligada en el pabellón Villanueva del Jardín Botánico, es una ocasión única de vivir el espíritu de una época donde llegar más lejos era un fin en sí mismo, y el honor estaba por encima del dinero.

viernes, 13 de febrero de 2009

LA MUERTE MÁS KITSCH: LA FOTOGRAFÍA DE DANIELA EDBURG

La relación de los mexicanos con la muerte siempre ha sido especial, y hay muestras sobradas de ello en su cultura y en su producción artística. Hace poco tuve la oportunidad de ver el documental de los Eames “El día de los muertos”, sensacional testimonio de esta esencial sensibilidad que se profesa en el país hermano hacia ese hecho inevitable y cercano, que en otros lares es, en cambio, un tabú. Más que recomendable, por cierto, esta película, que tengo que acordarme de devolver, ya que fue un préstamo del buen Alazar…

MUERTE POR GUMMI BEARS


Una vuelta de tuerca más en esa especial relación con la muerte supone la obra de Daniela Edburg (1975), fotógrafo mexicana que descubrimos este año en ARCO. No molestaré repitiendo datos que se pueden encontrar fácilmente en la red sobre su vida o su obra, presente ésta profusamente en internet. Sólo traigo unas pocas muestras, ya que creo que colaborar a su difusión es obligado. Quien quiera más detalles, puede empezar, por ejemplo, por visitar este enlace: http://fundacionpedromeyer.com/china/dedburg/indexsp.html


MUERTE POR ALGODÓN DE DULCE

Destacan en estas fotografías esas trágicas muertes provocadas por artículos y mercaderías de consumo, en las que alguien ha querido ver algún tipo de crítica al sistema. Personalmente, no creo que sea así. Yo diría que se adivina una sensación de gozo en las asesinadas –porque son asesinatos, no se trata de accidentes o intoxicaciones-, que hay algo de complacencia en ellas, una búsqueda de la muerte más dulce…

MUERTE POR BANANAS
Además, las fotografías resultan de una calidad técnica impecable: iluminación, escenario y vestuario, encuadre, color. Está claro que es el disparo de una perfeccionista.
Finalmente, destaca también la divertida simbiosis entre lo kitsch y las referencias a obras anteriores que son ya icónicas en la historia del Arte. Y con esto, cierro el “post”. Esta pequeña selección vale más que todas mis palabras. Y con un pequeño esfuerzo, tenéis más al alcance del ratón.

MUERTE POR OREOS

domingo, 8 de febrero de 2009

BOB DYLAN, EL GRAN FABULADOR

Se han escrito incontables páginas sobre Bob Dylan, que es indiscutiblemente uno de los grandes creadores del siglo pasado, y por ahora, también de éste. Con una obra tan coherente como hermética, sus múltiples facetas y reinvenciones forman una compleja personalidad de la que lo único que no corresponde con su realidad es el absurdo papel de adalid de la canción-protesta (¡estúpido nombre!) que la progresía pretendió asignarle. El gran Zimmermann siempre estuvo y sigue estando muy por encima de algo tan banal.

De todas las maneras de acercarse a la obra de Dylan -sabiendo que disgregar sus facetas es sólo una manera de simplificar su estudio, puesto que son esencialmente inseparables- hay una de ellas de la que se encuentran escasas referencias, siendo sin embargo una buena muestra de su capacidad lírica y musical. Se trata precisamente de la cualidad del artista como simple narrador, en ese rol de moderno trovador que al propio Dylan siempre le gustó cultivar.

Esta capacidad se culmina en una época muy concreta de su obra, la que corresponde a los primeros y medios años setenta, quizás por influencia de un hombre de teatro como Jacques Levy, que colaboró con él en alguna de las letras de entonces. Quedan fuera otras narrativas, por supuesto, como esas travesías cercanas al simbolismo, a Rimbaud y Verlaine, de mediados de los sesenta, cuyos mejores ejemplos son “Visions of Johana” y “Desolation Row” (he contado 9 y 22 personajes respectivamente, donde coexisten algunos tan dispares como Caín y Abel, Romeo, el Fantasma de la Ópera, Casanova, Einstein disfrazado de Robin Hood, incluso Ezra Pound pegándose con T. S. Eliot en la cubierta de un barco). También se quedan fuera canciones posteriores como “Journey through dark heat” o “Tight connection to my heart” que son realmente historias más bien introspectivas, narraciones paralelas a viajes interiores. Donde me quiero quedar, al menos ahora, es en la capacidad de contar historias planas, sin artificio alguno ni ocultos sentidos.

¿Qué canciones son los mejores ejemplos de esté subgénero? Creo que “Isis” (6:58), “Black Diamond Bay” (7:32), “Hurricane” (8:33), “Joey” (11:05), “Romance in Durango” (5:41) o “Lily, Rosemary and the Jack of Hearts” (8:50) son una muestra suficiente para encontrar las claves buscadas. Éstas no son otras que aquellas que puedan explicar cómo se puede condensar en no más de ocho minutos una historia completa, con sus escenarios, sus personajes y su trama (véase en este blog “¿Para qué sirve el poeta?”). A estas claves se añade lo inexplicable, que es la genialidad que permite jugar con ellas y mezclarlas, consiguiendo atacar nuestras emociones y hacernos vivas las historias contadas.

El origen de las tramas de estas canciones es variado. Algunas son reales, como la historia del boxeador Rubin Carter, encarcelado por un triple asesinato que no cometió, o la vida del mafioso Joseph “Crazy” Gallo, tan popular en los primeros setenta. No es la primera vez que Dylan se detiene en glosar vidas de personajes singulares, generalmente vidas rotas con violencia antes de tiempo (Lenny Bruce o George Jackson también han sido objeto de canciones suyas). Otras son historias ficticias, o inspiradas en obras anteriores (por ejemplo, Black Diamond Bay acude a situaciones de la novela “Victoria” de Joseph Conrad). Si el autor consigue condensar la historia en unas pocas estrofas es precisamente porque condensa con diversas técnicas los elementos necesarios. Es decir, para concentrarnos en la historia con éxito habrá que obviar descripciones o cuando menos dejarlas en lo esencial.

En lo que a escenarios se refiere, Dylan es directo, y elige ambientes universalmente conocidos, generalmente debido a un fuerte componente cinematográfico, en los que nos puede situar con gran rapidez. Con el aire de los primeros acordes, y ese magistral primer verso, cargado de sonoridad (“Hot chili peppers in the blistering sun”) es imposible no pensar más que en sofocante calor, polvo y el México fronterizo; de este modo, comienza “Romance in Durango”. En “Lily, Rosemary…” basta incluso con los acordes iniciales para situarnos en el salvaje oeste. Y así, con alusiones mínimas (“red lights flashin’ in the hot New Jersey night”) se crean imágenes donde encuadrar la acción.

El inventario de personajes resulta también suficientemente expresivo. Dylan es capaz de manejar, con total corrección, más de una decena de personajes, lo cual, relacionado con la duración de las historias, ya resulta asombroso. Un listado completo resultaría:

-“Isis”: el Protagonista, Isis, el Socio.
-“Black Diamond Bay”: Ella, el Griego, el Recepcionista, el Embajador Soviético, el Soldado, el Hombre Diminuto, el Croupier, el Perdedor, un Extraño, Bob Dylan, Walter Cronkite.
-“Hurricane”: Patty Valentine, el Camarero, Alfred Bello, Rubin Carter, dos amigos, varios policías, Arthur Dexter Bradley, el Herido, el Juez, el Fiscal, el Jurado.
-“Joey”: Joey, Larry, los Hermanos, cinco Enemigos, varios policías, el Juez, varios reclusos negros, el Jefe, Jacqueline, Carmela, María, Frankie.
-“Romance in Durango”: el Protagonista, Magdalena, el Hijo del panadero, Ramón.
-“Lily, Rosemary and the Jack of Hearts”: Lily, Big Jim, el Guardaespaldas, Rosemary, la J de corazones, el Juez de la Horca, el Director de Escena, los Compinches de la J.

Para conseguir tratar tanto personaje en tan reducido espacio, es obvio que la norma general es una absoluta concisión. En general se trata, o bien de personas reales, o bien de arquetipos. En cualquiera de los casos, lo único que Dylan nos dirá de ellos es lo que esencialmente sea necesario para el desarrollo de la historia o para situar al personaje en nuestra imaginación en unos pocos segundos. Es evidente que de Magdalena no hace falta decir mucho: si es la chica del protagonista, y este es un pistolero fronterizo, el oyente puede hacerse su propio retrato sin que interfiera en la trama; no hace falta más descripción. Nos podemos imaginar la turbulenta biografía de Ella (“Black Diamond Bay”) con las pocas alusiones de la primera estrofa, acerca de su pasaporte y del vendaval que se llevó su reciente pasado. También se nos acerca a Big Jim con muy pocas palabras (“he made his usual entrance, lookin’ so dandy and so fine / with his bodyguards and silver cane and every hair in place”). Y magnífica es, por su acertado laconismo, la descripción de Joey cuando sale de la cárcel tras diez años:

“When they let him out in ’71 he’d lost a little weight
But he dressed like Jimmy Cagney and I swear he did look great”

Nada de esto es suficiente, por supuesto. Además hay que conseguir el interés del lector / oyente, y para eso el repertorio de golpes de efecto es muy variado. La intensidad dramática puede resultar subrayada por un momento de humor (el Griego pidiendo en la recepción del hotel una soga y una pluma, o que el Juez de la Horca aparezca borracho cuando más se le necesita) o por sorpresas de distinta naturaleza (un corte en la trama, desviando la acción bruscamente a la casa del mismísimo Bob Dylan en L.A., que está viendo el noticiario de Cronkite, donde se cuenta el final de la historia). Los momentos álgidos de las historias siempre están resueltos con brillantez; como ejemplo, la sentencia que dicta el juez en “Joey”:

“What time is it?” said the judge to Joey when they met
“Five to ten”, said Joey. The judge says, “That’s exactly what you get”

En nuestra imaginación se quedan grabados tantos momentos gloriosos: un disparo misterioso en el camerino de Lily, un tiroteo en el restaurante donde está comiendo Joey con sus hermanos, Rubin Carter sentado como un Buda en una celda de seis pies, esperando justicia, el Perdedor saltando por fin la Banca del Casino… justo cuando un terremoto hunde la isla (“You can take yout money, but I don’t know how you’ll spend it in the tomb”), y tantos otros.


Cualquiera que escriba de vez en cuando (aunque sea un frío informe de empresa) sabe que lo difícil no está en lo que se escribe, sino en lo que no se escribe, es decir, en contar Más con Menos. He aquí otra razón más que avala la genialidad del gran Bob Dylan… y que revela mis carencias… ¡otra vez la extensión del artículo garantiza que nadie haya llegado hasta aquí!

Dos notas a pie de página, genéricas para todo el artículo. En primer lugar, si he dejado los títulos de canciones y las citas de sus letras en versión original, no es por pedantería, sino porque su sonoridad es imprescindible, al ser como se ha comentado, otro de los recursos con los que juega Dylan al escribir. Y en segundo lugar, todas las ilustraciones del artículo son dibujos y pinturas del propio Bob Dylan. Sin entrar en su mayor o menor calidad, que es otra historia, parece que al menos guardan cierta coherencia con su obra músico-literaria.

miércoles, 21 de enero de 2009

REFLEXIONES DE FOTOMATÓN

Una de las razones que convirtió la aparición de la fotografía en una auténtica revolución es el que ofreciera la posibilidad de dar a conocer el aspecto de personas distantes: hasta entonces, poca opción había de saber cómo era alguien de quien nos hablaban, salvo que éste tuviera suficiente dinero para que un pintor le hubiera retratado. La aparición del fotomatón puede considerarse a este respecto una segunda revolución; pero además, igualmente interesante, es el carácter casi metafísico que añade, presentando un testimonio de otra realidad a la que conseguimos transportarnos fugazmente, intentando atravesar ese misterioso cristal situado a un palmo de nuestra nariz… Estos expectantes niños de la izquierda ¿a qué ventana creen asomarse ó que esperan ver?¿O están ya viendo algo que a otros nos está negado, al haber matado con el crecimiento muchas de nuestras capacidades perceptivas, como en una reedición de los mitos de Machen?

Una amiga me contó esta curiosa anécdota: su madre, ya de cierta edad, necesitaba hacerse unas fotografías, por lo que acudió a un fotomatón. Volvió un buen rato después, sin resultado. “Por más dinero que he echado, allí no ha salido nada, debe ser que está rota”. Un par de días después, mi amiga pasó por delante del fotomatón y casualmente se dio cuenta de que en el cajetín de salida había hasta seis tiras de fotos de su madre, con variadas expresiones de disgusto y extrañeza. Parece ser que la señora no sabía que hay que esperar unos diez minutos en salir y secar, o bien ni siquiera sabía por dónde debían salir.

El ritual del fotomatón siempre ha oscilado entre lo sórdido -como todo lo que tiene carácter público- y lo fascinante -como todos los procesos que no alcanzamos a dominar-. Una vez cerrada la cortinilla, a pesar de estar a centímetros de la vía pública, la separación que se crea es suficiente para producirnos una claustrofóbica sensación de aislamiento. Ahora, cualquier cosa es posible. ¡Es el momento perfecto para que cualquier asesino realice su trabajo discretamente! Tras el divertido protocolo (hacer girar el asiento, buscar la coincidencia con la línea de los ojos, o con la silueta de perfil que se dibuja a la derecha), el resto del proceso pertenece al azar. La tensión que se crea hasta que se dispara el flash, siempre inoportuno, se une al suspense de esperar a que salga la tira mágica, agravado con la sensación de pudor que nos invade cuando alguien más está esperando (¿no produce un miedo atávico eso de compartir nuestra imagen con desconocidos?).
Aunque me da cierta vergüenza confesarlo, cultivo enfermizamente varios extraños “hobbies”, lo cual parece que es uno de los rasgos de una personalidad psicótica. Una de esas aficiones consiste precisamente en coleccionar retratos de fotomatón ajenos y desconocidos, piezas que he ido encontrando a lo largo de los años tiradas por la calle, fruto del despiste o el olvido, o a lo mejor de una rabieta de enamorados; fue un consuelo descubrir en “Amelie” que no estaba solo en esta afición. Las fotografías que ilustran este escrito son algunas de mis piezas; si alguien se ve retratado, por favor que me avise rápidamente… ¡podemos crear un momento realmente emocionante!.

Las fotos de mi colección que más me asombran -por su origen- son esas claramente antiguas, de personas que a lo mejor incluso nos han abandonado, en magnífico blanco y negro, con modas ya desaparecidas… ¿Qué hace una foto de anteayer en el suelo de la calle de hoy? ¿Habrá estado perdida desde entonces, preservada en algún recoveco?¿Quién ha llevado ese retrato encima tantos años, hasta que se le ha perdido cerca de mí?
Sin embargo, mis piezas favoritas son aquellas en las que la expresión del retratado trasciende del aire autista que es la tónica habitual. Un retrato pintado es o intenta ser siempre una traducción del carácter del retratado; dejando aparte la habilidad del pintor, hay que pensar en que el resultado final contendrá siempre una expresión “promedio” de muchas expresiones, al ser el producto de sesión tras sesión, día tras día, en las que el sujeto habrá posado con diferentes estados de ánimo, con diferentes matices, con la cabeza ocupada en diferentes asuntos. Con la fotografía de autor -o con autor- la situación no es así, ya que sólo existe una pose, un momento, una expresión. Si el autor es hábil, conseguirá captar precisamente una expresión definitoria del retratado o, al menos, definitoria en una situación concreta, incluso a través de forzar o motivar al modelo.

En el fotomatón, finalmente, la situación llega al extremo; no hay elección del momento o la expresión, ya que la máquina dispara sin pensar (¿seguro?) a un intervalo fijo desde que se introducen las monedas, y lo normal será obtener como resultado esa expresión vacía, en la que como máximo se traslucirá un deje nervioso por la sorpresa del flash tras los segundos de concentrada espera, y en la que luego difícilmente nos reconoceremos, como si fuera una máscara hecha de nuestro rostro, pero ausente de todo el resto de nuestro yo. El retrato de nuestra efigie en cera, en suma.
Esta es la razón de que aprecie especialmente las fotografías en las que el flash ha captado una expresión viva, y que por ello se convierten en piezas singulares. No serán definitorias del carácter del sujeto; a lo mejor el que sonríe es habitualmente serio, pero en ese momento ha esbozado una sonrisa por pura reacción nerviosa… ¡o porque un amigo que espera fuera la ha provocado! La mirada seductora puede haber sido un puro accidente, y la expresión desafiante ser sólo producto de la sorpresa. Pero es precisamente la inmediatez de la sensación lo que considero apasionante.

Una última categoría de la colección las suponen nuestras propias fotografías, nuestras o de nuestra gente, sobrantes de las tiras que a lo largo de la vida nos hemos hecho, y que por esos atavismos sobre la propia imagen que citaba (ojo también a la teoría de Gombrich que nos relaciona con el arte más primitivo) nos resistimos a tirar, a pesar de que en su momento ni siquiera nos reconocimos en ellas. Y sin embargo, ahí siguen, resistiendo a sucesivas limpiezas, y manteniendo intacta esa mágica característica: todo el mundo nos reconoce en ellas, a pesar de que nosotros a quien seguimos viendo es a un misterioso sosias. Para tirarlas, siempre habrá tiempo...
Hoy, los pocos fotomatones que quedan se han digitalizado; el sujeto puede elegir el disparo que más le guste entre varios, evitando las fotos de sorpresa y accidente. Pero es que además su pésima calidad, con rostros descompuestos en píxeles empastados, convierte cualquier retrato en una caricatura, ni siquiera una máscara. Adiós a la emoción.

OTRA COSA: En el Museo de Antropología de Madrid se puede ver hasta marzo una sugestiva exposición sobre las “madrasas” africanas, las escuelas coránicas donde con métodos pedagógicos muy distintos a los nuestros, se enseña a los niños a memorizar y reverenciar el Corán. Se trata de una serie de extraordinarias fotografías de Luis López “Gabú”, que se completa con “alluhas”, las tablas utilizadas como soporte de la escritura con cáñamo, y donde una y otra vez se borra y se escribe, volviéndose un objeto reverenciado por haber sido soporte de toda una vida de aprendizaje; si se rompe o parte, se cose con grapas, pero se seguirá usando e incluso será heredada por la siguiente generación. Si la tabla pertenece a un niño primerizo, se notará por su escritura con grandes caracteres, torpes y desordenados. Si es de un adolescente con varios años de aprendizaje a sus espaldas, nos asombrará la estética regularidad de su escritura, con caracteres pequeños y seguros.
Ya tenéis plan para el domingo por la mañana; será una visita también interesante para los niños, que se sorprenderán del contraste con sus colegios y sus cuadernos, y que disfrutarán además con las maquetas y piezas de la colección permanente de este exquisito museo.

sábado, 10 de enero de 2009

EL DIABLO EXISTE… ¡Y VIVE EN DUBAI!

La mayor ventaja de vivir en la Era de la Estupidez (¿hace falta justificar este nombre) es la diversión que nos procura, una vez que nos reponemos de sus sorpresas continuas. El hecho de que la ciudad que ahora se intente poner de moda -con resultados parece que satisfactorios- a todos los niveles (finanzas, arquitectura, turismo,…) sea precisamente Dubai produce un pasmo tal que sólo dos explicaciones son posibles: o nuestra civilización ha tocado techo y hemos llegado al máximo de estupidez posible, o es la prueba palpable de que Lucifer existe, y cumpliendo sus objetivos de corromper al inteligentísimo ser humano, ha sentado sus reales en este epicentro de la decadencia dispuesto a convertirla en la nueva capital del mundo. Da igual que nos inclinemos por una u otra razón, esta nueva Torre de Babel sólo podrá ser barrida del mapa con un nuevo diluvio, dado que el problema idiomático sigue vigente y ya no resultaría una solución. Así que cuando todos los corrompidos vean pasar bajo sus ventanas una fila de animales emparejados… ¡que se vayan comprando un salvavidas!

Dubai es uno de los Emiratos Árabes que forman esa curiosa unión de desiertos enriquecidos por el azar al contar en su subsuelo con una sustancia sucia y pegajosa que sin embargo es muy cotizada. La mayor parte de su población son extranjeros, que no tienen posibilidad alguna de nacionalizarse ni a medio ni a largo plazo, así como sus hijos tampoco adquieren ese derecho aunque nazcan allí. Se trata de mano de obra barata a la que se impide el acceso a la riqueza del país, pese a su colaboración real y continua en el progreso del mismo. Trabajan en condiciones deplorables, e incluso se les dificulta la vuelta a sus lugares de origen al serles requisados los pasaportes según entran en el emirato (véase, por ejemplo, el interesante informe http://www.npr.org/templates/story/story.php?storyId=5250718
). Gracias a todo esto, la minoría nativa puede dedicar todo su tiempo al deporte nacional: consumir y gastar, no importa en qué.

Pero el objeto de este artículo no es de dónde viene esta fortuna, sino precisamente en qué se gasta. Y el Emirato de Dubai ha decidido despilfarrarla en crear una ciudad en la Nada; es de suponer que si le hubiera costado esfuerzo ganarla, se lo hubiera pensado dos veces. La definición del lugar como la Nada no es gratuita: se trata de un desierto con todas las de la ley, un sitio donde la temperatura media a la sombra es de 50ºC. Si cualquiera de los grandes urbanistas de la historia levantara la cabeza y viera de qué han servido sus enseñanzas se volvía al catafalco de inmediato. Nadie, aplicando parámetros de elemental comprensión, elegiría este lugar para crear una macrourbe. Hasta los polos se antojan más favorables…

Sin embargo, los medios informativos no escatiman espacio ni tiempo en airear todas las maravillas de esta nueva Babilonia. Por internet, esos seres plomizos que tienen como "hobby" la producción y envío masivo de interminables presentaciones de “powerpoint” adjuntan a sus correos una y otra vez reportajes de Dubai, como si fuera la suprema maravilla del mundo. El ciudadano medio se pasma y queda boquiabierto ante la contemplación de tanto lujo y boato.

Y no sólo él: las revistas especializadas se enorgullecen en publicitar esta arquitectura de feria, que supone el triunfo del estilo “exposición universal”. Lo q
ue en otros tiempos tenía un carácter experimental, ahora nace ya consolidado, y todo el “star system” se pega por ver quién construye el edifico más imposible, más caro, con distribución más complicada, con mayor coste de mantenimiento y gasto energético más prohibitivo… La larga tradición de manuales y tratados de arquitectura traicionada por el ansia de figuración. También los grandes maestros de la arquitectura se volverían a la tumba si vieran esto.

El nuevo turismo de pacotilla, hastiado de coleccionar pegatinas de los sitios por donde pasa (y no permanece más de un par de horas, salvo que haya un Starbuck Coffe donde comer como en casa), ha convertido además en un “must” este disparate, y en los foros de mayor nivel no eres nadie si no te has dado una vuelta por aquí. No olvidemos que en este paraíso las playas se usan de noche, ya de día se corre un riesgo cierto de ser fulminado por el sol. ¿Qué interés puede tener un sitio así?

Entre otras lindezas, aquí
encontramos un hotel submarino, réplicas de la torre Eiffel o de las pirámides de Gizeh (eso sí, siempre a tamaño mayor que el original), e incluso una pista de esquí cubierta. Arroyomolinos no era nada comparado con esto… ¿Qué coste energético tiene el que los simpáticos jeques y sus harenes hagan patochadas en la nieve? ¿Qué gasto supone una ciudad construida en vidrio y muros-cortina –ese pernicioso invento- en un desierto? ¿Alguien ha sacado la cuenta de los kilovatios que se necesitan para climatizar todo esto? ¿De dónde se saca el agua en un desierto para alimentar a una ciudad entera donde no se escatima tampoco en fuentes, juegos acuáticos o riegos?

Es increíble que mientras países enteros empiezan, en un gesto de cordura sin par, a movilizarse y hacer campaña por un crecimiento sostenible, por un uso racional de los recursos energéticos, por el consumo inteligente, a otros países se les permita derrochar sin fin para satisfacer los caprichos más absurdos. Y lo que ya resulta un auténtico chiste es que una de las actividades más publicitadas de esta ciudad sea un congreso anual e internacional de… ¡expertos medioambientales! Absolutamente cierto. Personalmente, me voy a dejar mis luces encendidas y el grifo abierto sin ningún pudor. Si Dubai puede, mi casa también puede.

Occidente entero celebra esta ceremonia de la estupidez, y se rinde alegremente a los excesos y derroches de una cultura cuyos jueces hace poco negaban el divorcio a una niña de ocho años por no tener uso de razón para ejercer tal derecho (por lo visto para su matrimonio no fueron tan estrictos). Hasta tal punto es así, que Madrid y Barcelona ya son ciudades hermanadas con Dubai, que muchos trabajadores españoles y europeos de todos los niveles se dejan comprar por los jeques para trabajar allí, y que nuestras empresas consideran que existe oportunidad de negocio y trasladan allí inversiones que deberían estar haciendo aquí, sobre todo con los tiempos que corren.

Creo que todo lo anterior es sin embargo, soportable. Lo que de verdad me resulta imperdonable y
cercano a un delito contra la humanidad, es que todo lo que se está haciendo allí a altísimo coste sea tan nauseabundo y hortera. Islas con forma de palmera o de continentes… como si fueran esos panes o pasteles con forma de animales que hacen las panaderías como reclamo de escaparate. ¿Quién es el idiota que quiere tener una casa en un reclamo de escaparate? (Respuesta: el mismo capaz de pagar un dineral por hacer publicidad a alguna casa de lujo, llevando un logotipo enorme sobre su ropa). Pues se están vendiendo todas, y a precios exorbitados, por supuesto. ¿Porqué no una casa con forma de zapato, como la de Pulgarcito? La colección de edificios de formas de pesadilla, más propios de un parque temático, con un estilo “modernillo-sin-causa” (que tanto éxito está teniendo también en nuestras capitales de provincia) resulta una auténtica indigestión. El triunfo del mal gusto elevado al cubo.

Lo dicho, sólo un nuevo diluvio nos puede salvar. Si no, podemos ir esperando la expansión de la estupidez a velocidad de vértigo. El Islam ataca de nuevo, pero ya no es el que construyó Córdoba o Granada.

MÁS COSAS: Como sabemos, en las fuentes del derecho de todos los países civilizados se encuentra un principio básico de la regulación de la propiedad, por el cual las riquezas existentes bajo tierra no pertenecen al propietario de la superficie, sino a la colectividad, es decir, al Estado, que regulará su aprovechamiento en beneficio de todos. A estas alturas de la Historia, en un planeta ya –tristemente- globalizado, ese criterio inicialmente estatal debería extenderse inexcusablemente a las fronteras del nuevo escenario económico… es decir, a todo el globo. Dicho de otro modo, puesto que la economía ya es global, no se entiende por qué la riqueza del subsuelo no nos pertenece a todos los ciudadanos del mundo con independencia de las coordenadas geográficas donde se localicen, como hasta ahora pertenecían a todos los habitantes de cada país. Máxime cuando no hablamos de algo caprichoso (oro y plata) sino de una materia supuestamente imprescindible en nuestro desarrollo, como el petróleo. ¿O es que la Alianza de Civilizaciones sólo sirve para financiar ciclos de cine árabe?