viernes, 9 de octubre de 2009

LLEGAR HASTA DONDE LLEGA EL MERCADO

He aquí una breve pero muy curiosa historia que me encuentro en el asombroso Wikipedia... señoras y señores, con ustedes, el mayor grupo de la historia del rock... The Masked Marauders.

La historia de los Merodeadores Enmascarados es probablemente una de las mayores bromas (¿o estafas?) de la historia comercial. Una curiosa historia que comienza con una reseña publicada en la revista Rolling Stone el 18 de octubre de 1969, en la que el cronista asegura haber asistido en Hudson Bay Colony, Canadá, a una “jam session” de una banda de experimentados amigos, que se han reunido por el puro placer de tocar juntos, y poder grabar un disco en paz y armonía, alejados del ruido de las multitudes. No se trata de unos cualquiera; estamos hablando de Bob Dylan, Mick Jagger, John Lennon, George Harrison y Paul McCartney.

El artículo lo firma T. M. Christian (seudónimo del editor de Rolling Stones, Greil Marcus), y describe la sesión con todo lujo de detalles, incluyendo la lista completa de canciones grabadas y quiénes tocan o cantan en cada una. Cinco cortes en la cara A y cuatro en la cara B del primer LP, la mayoría de ellos temas clásicos de la época más heroica del rock’n’roll, y algunos nuevos firmados por The Masked Marauders como autores. También se incluyen largas improvisaciones instrumentales. Dice literalmente la reseña, “ciertamente se puede decir que este álbum es más que un modo de vida: es la vida”.

Porque como se cuenta en el artículo, los contratos que atan a cada uno de los artistas han hecho imposible que se identifiquen, y los nombres recogidos en el disco son seudónimos, así como el nombre del grupo se ha inventado para la ocasión: The Masked Marauders, algo así como los Merodeadores Enmascarados. Como productor, el mismísimo Al Kooper, una leyenda desde que tocó el Hammond en Like a Rolling Stone. Y como casa de discos, un sello desconocido: Deity Records.Un pequeño pánico colectivo se desata, y las tiendas de discos reciben peticiones por todas partes de un disco que no tienen. Incluso Grossman (manager de Dylan) y Klein (manager de Beatles y Rolling) se ven colapsados por fans deseando hacerse con el histórico vinilo.

La respuesta no se hace esperar, y pronto aparecerá un disco que responde exactamente a la descripción hecha en el artículo; incluso alguno de sus cortes se radia en emisoras de San Francisco y Los Ángeles. Más de 100.000 unidades se venden en días, y durante doce semanas el vinilo estará en el Billboard.

Pronto se destapará la verdad, sin embargo. Nunca existió la sesión descrita, y el grupo que realmente ha grabado el vinilo es una oscura banda de “skiffle” contratada para la ocasión por los artífices del reportaje, los Cleanliness and Godliness, a los que se ha pedido que interpreten lo descrito, imitando voces y maneras de tocar de las estrellas. Para la ocasión, incluso la Warner colaborará dando de alta un sello nuevo (con el nombre de Deity Records, por supuesto) y poniéndolo en la producción. Técnicamente, no hay en el producto mentira alguna, los nombres que aparecen son los verdaderos y las canciones que recoge son las nombradas en la funda. Otra cosa es que todo el mundo creyera en la revista Rolling Stone. Desde ésta, y después de saberse la verdad, el asunto siempre se trataría como una gran broma, manifestando la creencia de que era difícil que nadie fuera a tomársela en serio. Gleason, cofundador de la revista, diría que había sido un “delicioso pedacito de mitología instantánea”. Broma que a los airados fans no hizo mucha gracia, por cierto.

El invento estaba bien fabricado, ya que refería de modo directo a las tendencias de entonces. Así, se inspiraba por un lado en el incipiente auge que estaban cobrando en la época las superbandas, pero también en el éxito de ventas que alcanzaban entonces los primeros discos piratas, fabricados desde cintas desechadas y escamoteadas de los archivos de las discográficas, un producto en el que descartes y conciertos de Dylan estaban empezando a batir marcas de ventas.

Como guinda, una de las frases del texto impreso en la funda del vinilo: “En un mundo de farsantes, los Masked Marauders –benditos sean- son el artículo genuino”. Muchos años después, inspirados en esta historia, grabarían juntos los Travelling Wilburis, una superbanda compuesta, esta vez, de estrellas de verdad (incluyendo a dos de los supuestos Merodeadores) que no firman con sus verdaderos nombres, si bien les resulta difícil ocultarse bajo la música.

Para aquellos lectores de irrefrenable curiosidad o enfermiza mitomanía hay que decir que el disco de marras está remasterizado y digitalizado, y es fácil de encontrar a través de Internet. Otra cosa es que merezca la pena, musicalmente hablando, ya que resulta francamente tedioso. También se puede bajar de diversos sitios de la red, y creo que por esta vez sin cargos de conciencia. Ya sabéis, quien roba a un ladrón...

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