martes, 13 de diciembre de 2011

PARA QUÉ SIRVE UN BLOG

Cada vez que alguien de mi entorno se entera de que mantengo -aunque sea a duras penas- un blog en la red, la reacción inmediata más frecuente es mirarme como si fuera natural del planeta Urano. Pasada esa primera impresión, que a veces dura más de lo que la buena educación debería permitir, y es que hay gente que no se corta nada, la verdad sea dicha, surge en una segunda fase igualmente molesta una de las dos preguntas del millón, que son siempre las mismas.

Si mi interlocutor es un tipo tirando a desagradable, de aquellos cuyo sentido del humor más refinado se curtió con los chistes de Jaimito (el de las bolas de billar… ¿o eran las de Villar?), opta siempre por lo que podemos llamar el “elogio descalificativo”, en forma de pregunta retórica. Algo así como “tú es que tienes mucho tiempo, ¿no?”, o bien, “si es que vives muy bien, ¿verdad?”.

Un comentario de este tipo no tiene otro trasfondo que situarte a la altura de los acampados de la Puerta del Sol, o del cojo Manteca en su versión más extrema. Vamos, que como uno dedica algo de tiempo a una labor no remunerada, por fuerza se debe entender que vive del sueldo Nescafé. Este es el modo de pensar de mentes materialistas, con todas sus sinapsis imantadas por papel moneda. ¡Ay, como decía el poeta, tristes tiempos estos en los que hay que luchar por lo evidente!

La realidad es que, como muy bien saben mis allegados, la lucha por la vida en un medio tan hostil como la jungla me obliga, al ser un espécimen de baja adaptación (por no decir un retrasado en la cadena evolutiva) al pluriempleo más atroz, teniendo que atender tantos frentes que mi agenda no la entiende ni el mismísimo Champollion (véase la muestra adjunta). Curtido además como autónomo, ni siquiera me puedo permitir un resfriado, lo cual mi organismo sabe de sobra. Supervivencia en estado puro.


Que me sobra tiempo… ojalá fuera así, maldita sea.

Pero ya he dicho que son dos las preguntas posibles… y la otra, aunque sea menos desagradable, te pone en cambio en un compromiso nada fácil de resolver. Se trata de una pregunta tan sencilla como “¿Y para qué sirve un blog?” pero que por desgracia no se responde fácilmente. Imagino, a priori, que hay tantas respuestas como blogueros, desde lo que buscan publicidad, incluso dinero, a los que se montan un club de amigos.

No puedo opinar sobre ellos. Lo único que puedo contestar es para qué sirve MI blog, o dicho de otra manera, porqué le quito tiempo a otras cosas para escribir estas tonterías.

Pues bien, en mi caso, la finalidad es puramente terapéutica. Y es que tengo una facilidad enorme para absorber, crear, atraer, &c., ideas de todo tipo, que se me enquistan en el cerebro y se quedan ahí, rulando y rulando, arriba y abajo. Así, paso horas dándole vueltas a asuntos sin importancia, y lo que es peor, dándole la brasa a los que me rodean, que soportan con estoicismo teorías tan inútiles como las que se pueden leer por aquí.

Porque como decía Paul Simon, a lo mejor es que pienso demasiado. Y si no saco las patochadas por algún sitio, creo que sería muy factible algún tipo de cortocircuito. Este blog es el mejor sistema que he encontrado para crear una válvula de descomprensión a mi hirviente cabezota. Si alguien se encuentra en mi caso, que aprenda de mi experiencia: no hay mejor terapia para un inútil-creativo-obsesivo que sacar las ideas de la cabeza a base de escribirlas, desarrollarlas, ilustrarlas y publicarlas.
Un método infalible, que os recomiendo vivamente, y que podéis ensayar ahora mismo poniendo aquí un comentario sobre lo que os tenga las neuronas colapsadas.

Sólo tiene un efecto secundario… y es que se crea nuevo hueco en el cerebro para otra sarta de insensateces. Vosotros sabréis.

Vale.