viernes, 3 de mayo de 2013

ANORMALES, SORDOS Y CARADURAS

Aquellos que seguimos las noticias ya no sabemos qué pensar ¿Nuestros actuales padres de la Patria son tontos o malvados? ¿Nos aprietan para hundirnos más y mientras siguen con el despilfarro? ¿Qué sabiduría y eficacia puede justificar un sueldo como el de la presidenta del SAREB? Estamos hartos de oír que una crisis es una oportunidad, pero esto solo es cierto si no tienes al frente de su gestión a un excelso grupo de anormales, sordos y caraduras. Si en esta España de charanga y pandereta se gestionara bien el dinero público, viviríamos en uno de los países más ricos del mundo, no me cabe duda.

Parece que una parte de las medidas que nos están asfixiando se dirige de forma clara y consciente a una nueva distribución de la riqueza, más parecida a la de la Rusia zarista que a la que corresponde tras un siglo de conquistas sociales. ¿Quiere el lector caer en una profunda depresión? No tiene más que visionar seis minutos de un gráfico escalofriante (para los que no sepan inglés, se pueden poner subtítulos en castellano):

Otra parte de las medidas pretende de forma explícita (así se dice claramente en las exposiciones de motivos de mucha nueva legislación) a meternos de nuevo en la locura de consumo desaforado de la que venimos. Si una ventaja de la crisis era la rotura de la cadena sin fin que nos esclavizaba al “compra-tira-compra”, podemos olvidarnos: nuestros expertos están haciendo todo lo posible por encadenarnos de nuevo. Entender la falacia del consumo en veinte minutos, a quién beneficia y a dónde conduce es fácil, con esta “historia de las cosas”:

Finalmente, otro paquete de medidas conduce también de forma explícita a la resurrección del ladrillo. Increíble, pero cierto. Ahora que teníamos la fortuna de haber explotado la famosa burbuja, iniciada con el infausto decreto Boyer e inflada y requeteinflada por los sucesivos gobiernos que hemos sufrido, habiendo visto pelotazos, poceros y todas las corrupciones posibles, destruido una enorme cantidad de suelo rústico e incluso protegido, atado a tantos ciudadanos con hipotecas miserables, dilapidado recursos valiosísimos… Pues nada, que desde el Congreso se empeñan en armarla de nuevo. Más ladrillo (ahora en nuestros centros urbanos, después de haberse cargado las periferias), más ocupación de baja cualificación, más vorágine, y vuelta a empezar, a ver si conseguimos también hundir a nuestros nietos.
Al final, para nuestra desesperanza, se demuestra la asombrosa teoría de la política extractiva:

Un filósofo dijo hace tiempo que entrábamos en la era de la estupidez. Se quedó corto… donde hemos entrado es en la era de la maldad. O mejor dicho, es donde nos hemos quedado, a pesar de haber rozado la salida.

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