domingo, 13 de noviembre de 2011

A NINGUNO DE LOS ANTERIORES

Vuelvo de ver la película de Tintín, y he echado de menos a los hermanos Pájaro... menos mal que viendo el debate Rajoy-Rubalcaba se me ha quitado el resquemor, ante un tándem igualmente inquietante y tan poco de fiar.

Y hablando de tiempo de elecciones, he vuelto a ver “El gran despilfarro”, sorprendente comedia donde Monty Brewster financia una campaña consistente en añadir al final de las papeletas de voto una nueva casilla que reza “A ninguno de los anteriores”. Es decir, si el votante considera que el resto de opciones de la papeleta son despreciables, puede expresarlo marcando esa casilla y dando su voto... a ninguno de los anteriores. No es un candidato, no es un partido, no es un grupo de poder, es... ninguno de los anteriores. Imagino que no es necesario que cuente el resultado de esas elecciones.

Viendo y oyendo a nuestros principales candidatos, a sus comparsas y partidos, su historia reciente, no se me ocurre mejor opción que votar a cualquier otro, incluso a ninguno de los anteriores.
Porque resulta sintomático y esclarecedor (y muy irritante) darse cuenta de cuál es el único tema en el que siempre están de acuerdo los dos grandes partidos: no modificar nada que ponga en peligro su juego de poder. Ni listas abiertas, ni distritos electorales de tamaño razonable, ni eliminar la injusticia del mayor valor del voto en según qué autonomías, ni dejar de apuntarse los votos en blanco, ni resolver en referéndum las reformas constitucionales, ni cesar en uno sólo de sus privilegios, ni modificar el sistema de financiación de los partidos... Todo un complejo sistema urdido con el único fin de perpetuar en el poder –alternativo- a ambos bloques, y desarrollado minuciosamente legislatura a legislatura, desde que ya se unieron en conspiración para expulsar del congreso el intento de Suárez de superar las dos Españas creando un centro que claramente sí representa (entonces y ahora) a la mayoría de los votantes.


Está claro que a la “casta”, desde el XIX, le viene muy bien que sigan existiendo dos Españas, antagónicas y enfrentadas, y que el miedo de la una a la otra les siga garantizando no el voto a favor, sino el voto a la contra, el voto “útil” para “evitar el poder del otro”. Mientras esto suceda así, ambos partidos seguirán chupando del bote que les llenamos el resto. Y si no, ya me dirán porqué siguen hablando de la Guerra Civil, 70 años después. Si de niño hubiera visto a mis padres crisparse por la guerra de Cuba y beligerantes con los Estados Unidos me hubiera quedado de una pieza... Todo sea que se les vaya de las manos y nos monten una nueva, que parece que no aprendemos de la Historia. Y ya no sé si me estaré volviendo paranoico, pero me da que el sistemático intento de degradar el sistema educativo tiene mucho que ver con todo esto, ya que otro punto en común en ambos partidos es el desinterés y la chapuza de todos sus gobiernos en la materia. Cuanto más patán sea el votante medio, más fácil será que la farsa electoral dure.

Sólo hay una esperanza, y es... a ninguno de los anteriores. Expulsemos de nuestra vida a la casta, que desaparezcan ambos bloques. Partido taurino o anti-taurino, comuneros de Castilla, partido de las viudas, fumadores al poder, lo que ustedes quieran. Cualquier partido, menos los que siguen hablando de izquierda y derecha en pleno siglo XXI. Ni izquierda ni derecha, a ver si nos vamos a dar una ostia por no mirar adelante. Pasemos página, por fin.

Y mientras, una última referencia fílmica... recordando el debate de marras, no hago más que acordarme del fantástico eslogan de “Dos tontos muy tontos”... no puedo evitarlo, lo siento... Suerte el 20, España.

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