martes, 16 de noviembre de 2010

¡SE HA ESTRENADO UN MUSICAL! ¿SÓLO POR HOY?

El título no es una exageración… hace siglos que el único teatro musical que se estrena en Madrid son esos ridículos karaokes a los que van los espectadores a cantar a grito pelao éxitos que nacieron ya rancios y que se citan juntos por obra del calzador de sus promotores, hilados mediante argumentos imposibles.

Tampoco considero que sea “estrenar” la recurrencia de traer los grandes “clásicos”, ninguno con menos de veinte años a sus espaldas, versiones y reversiones completamente prescindibles, que no aportan nada más que el destrozo de aquello que tuvieron de valioso. Así fue la versión de “Jesucristo Superstar” que padecimos hace meses, esa sucesión de videoclips con estética de “Mira quién baila”, sin pasión alguna (si es que se me permite el chiste fácil), o la versión de la versión de la versión de Chicago de la temporada pasada, que difícilmente consiguió meternos en el ambiente de la ley seca o arrancarnos ni un levantamiento de cejas. Cómo echamos de menos a la Gonyalons…

Está claro que los musicales de los 60 ó 70 son los que atraen a los autobuses de provincias, que acuden en tropel a un título cuya versión en cine vieron en su adolescencia, pero ese no debería ser el único criterio de programación. ¿Dónde están los empresarios inquietos, que trajeron “Barnum” o “Snoopy” sabiendo que su público iba a ser una extraña minoría? (je, je… esta temporada vienen “Los Miserables” y “Annie”… de ayer mismo, vaya, entre ambas deben sumar más de medio siglo).

Hagan memoria, señores, y a ver quién se acuerda de la última vez que se estrenó por aquí un musical (escrito como tal, con música y argumento juntos) que fuera de estreno, es decir, que estuviera o hubiera estado más o menos a la vez en la cartelera de Broadway o el West End…

Por eso es una noticia tan extraordinaria que –simplemente- se haya estrenado “Avenue Q”. Con eso, su contemporaneidad, bastaría para destacar en la mediocre cartelera. Pero es que además es un musical que actualmente está gozando de enorme éxito en todo el mundo, que se ha convertido en una obra de culto para un exigente sector de espectadores, un musical que habla de hoy mismo. Y no termina aquí el regocijo: es que además se ha montado con una calidad y un lujo de medios totalmente inusual, sin que pueda envidiar nada a sus homólogos de Nueva York o Londres. Sin con esto no he convencido al lector, aún hay más, y es que se trata de la obra más divertida, más original y más sorprendente que hayamos visto en mucho tiempo en escena.

Con una temática aparentemente ardua, se atreve con todo para retratar a una generación en el filo de la frustración. Discutir sobre el paro, la homosexualidad, el racismo, la pornografía… ¿resulta divertido? Bien, la verdad es que el público no para de reír de principio a fin, ni de corear las extraordinarias canciones (¡originales!). ¿Es ofensivo el sexo explícito en escena? ¡No, si lo practican una marionetas muy, muy versadas! ¿Es feo reírse de las desgracias ajenas? No, si aceptamos que las nuestras, a su vez, sirvan para divertir a otros. Así de chocante, sorprendente e irresistible es este musical, que sus autores escribieron pensando en sus amigos, a los que no gustaban los musicales…

Es difícil imaginar a un director más adecuado para una obra así que David R. Ottone -alma de la compañía Yllana, de inminente aniversario-, que además de haberse distinguido sobradamente en la escena internacional, ha crecido con el mejor Musical y, a su lado, el que humildemente suscribe. Es su impecable dirección, junto con la versatilidad del excelente reparto, la causa última de que el arriesgado experimento de fundir actores reales y marionetas se resuelva con éxito, y el movimiento en escena está medido con tal precisión que desde el principio deja uno de ver personas o títeres, y ya sólo ve personajes, personajes entrañables y tiernos, inmersos en una vecindad tan real que se demuestra en seguida tan absurda, de lo que a lo mejor no nos damos cuenta en nuestro día a día.

Escenografía, iluminación, traducción y adaptación, efectos, música… no hay fallo en toda la obra, cada elemento es perfecto y el todo es superior. Sólo encuentro dos pegas: la poca justicia que le hace una publicidad sesgada y el que un montaje como este no esté en la Gran Vía, y lo digo sin menospreciar un espacio fantástico como el del Nuevo Apolo.

Por si aún no lo he dicho: no se la pierdan. Recuerden que es “sólo por hoy”, y esa es la lección de la avenida Q…

3 comentarios:

  1. ¡Qué certeras palabras y qué bien expresa usted mi propio sentir! Su crítica hace honor al musical que comenta. Emotiva, optimista y con un punto irónico. Imprescindible la foto que adjunta del magnífico director y de los inigualables actores-cantantes-marionetas, que son todo en uno. Un gran regalo, dura poco date prisa. No te lo pierdas, nada dura eternamente. -La traductora invisible-

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  2. la traductora invisible tiene razón, avenue q retrata a la generación educada en los teleñecos y les enseña por fin, a ser adultos (pero solo por hoy)

    Redactor de La Grapa

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  3. Redactor, tú tienes algo a favor, y es que fuiste poseedor de una marioneta de Triqui, padre de Treki monster... ¿o era de Carvajal?

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