martes, 16 de marzo de 2010

TENGO UN COCHE MUY BUENO

Siento aburrirles con una reciente batallita, pero cuando la hayan leído entenderán que a alguien tenía que contársela. Al fin y al cabo, es lo único que voy a sacar de esto.

Mi coche es tan bueno que el pasado domingo decidió tomar el mando y no arrancar. No le importó que estuviera a 400 kilómetros de mi lugar de residencia, y a más de 50 de la civilización, ya que un coche bueno está por encima de estas cosas. Sencillamente, decidió no andar, pese a su juventud -más o menos tres años-, a lo poco que le pido -no llega a 70.000 km- y al dineral que me supone mantenerle regularmente con los únicos talleres en los que confía -los oficiales de su marca-. Tampoco tuvo en cuenta que en su día me gastara mucho más de lo que costaban los de la competencia, en la confianza estúpida de que un coche bueno no toma estas decisiones por su cuenta. Mi coche es bueno, pero bastante ingrato, la verdad.

La llave de mi coche es tan buena (y tan electrónica) que al tratar de arrancar el motor el visor de mensajes me dijo que tenía un “error de llave” y que probara de nuevo. No le importó contestarme lo mismo las 143 veces que probé, con total impertinencia. El sitio donde se introduce la llave es tan bueno que al probar con una segunda llave me siguió pasando lo mismo. Los coches malos tienen unas llaves metálicas, antiguas, sin electrónica, y claro, nunca les pasan estas cosas misteriosas ni tienen caché como para tener errores. La anticuada mecánica, ya se sabe.

Lógicamente, un coche tan bueno, una vez que se cierra en banda, se mantiene hasta el final; al menos es consecuente y no relativiza. A este coche tan bueno, si la llave electrónica no le responde, se niega a hacer absolutamente nada. No hay quien lo arranque empujando, por ejemplo, o quien le desbloquee la dirección. No se puede ni oír la radio o poner la calefacción para no volverse azul mientras esperamos solucionarlo. Adelantos de la técnica se llama a esto.

Aún hay más. El manual de mi coche es tan bueno que si se lo tirara a la cabeza al que me vendió el coche probablemente le causaría una avería cerebral, del grosor y peso que tiene. Gracias a esta enciclopedia sé cómo funcionan un montón de cosas que mi coche no tiene (deben ser extras que no me incluyeron), pero por ningún lado viene una lista de los posibles mensajes del visor ni de instrucciones para actuar en consecuencia. En un coche bueno, que se comunica con el conductor mediante un visor, es lo primero que yo hubiera puesto en su manual, pero entiendo que yo soy un ignorante y que no sé nada de manuales de coche.

Me dirán ustedes que no se lo merece, por ingrato, pero a pesar de todo, conseguí llevar a mi coche a un taller -oficial, por supuesto- en la capital de la provincia en la que me abandonó a mi suerte, con la colaboración de un esforzado operario (qué gran tipo, por cierto) y su grúa. Veinticuatro horas después he tenido respuesta del jefe de mecánicos (¿o son electrónicos?): mi coche es tan bueno que no pueden saber qué le pasa, ya que sin que la llave se accione no pueden tener acceso a los sistemas de información de mi coche. Sistemas de información. No sabía que mi coche los tenía, la verdad. Claro, es un coche tan bueno…
¿Solución? Me ponen todo el bloque de llave y “cerradura” nuevo (300 euros para empezar… con eso me compro una puerta entera… pero no electrónica, claro), y así mi coche se digna comunicarse de nuevo, y luego ya veremos, según lo que nos diga la pantallita. No me garantizan que el coche estalle a continuación, por ejemplo (espero que me lo den probado, por cierto). Por cierto, la pieza necesaria tarda dos días en llegar al taller; la deben traer en diligencia.

Visto el panorama, he decidido traerme el coche y que me lo arreglen en mi ciudad de residencia. Decisión equivocada, me temo. La marca de mi coche es tan buena que sus talleres oficiales de milagro me han cogido el teléfono. No les ha conmovido oír llorar a un mocetón de mi edad, ni les han asustado las amenazas bíblicas con las que he tratado de presionarles: me consideran un privilegiado dándome cita para dentro de un mes. Ni siquiera en el taller donde lo suelo llevar a las puntuales revisiones periódicas (que para esto suelen ser simpatiquísimos, y que siempre me dan cita de un día para otro) se han apiadado del que era, hasta hace poco, un gran cliente. Parece que para cambiar el aceite de mi coche a precio de oliva virgen y con una mano de obra que debe ser de controlador aéreo, a juzgar por las facturitas, siempre hay hueco, pero para una emergencia no es tan sencillo. Para qué las prisas, se suele decir.

A estas alturas, no sé muy bien qué más me va a pasar, ni cuántos días estaré sin coche, ni cuánto dinero me va a costar todo esto. Lo que sí sé es el final de la historia. En cuanto el coche arranque, lo vendo al mejor postor, y a continuación me compro otro, si puede ser, no tan bueno. Y es que los coches buenos son muy caprichosos. Y yo es que los prefiero más malos, que se puedan empujar, que no se comuniquen conmigo, que se oiga la radio mientras esperas la grúa, con manuales de cuatro páginas, y con una llave dentada, de las de toda la vida… Es que soy un antiguo, y como el venerable anciano de “Esperanza y gloria”, yo también maldigo a Volta, Amperio y Faradio.

(NOTA: ¿Qué cuál es el coche tan bueno, protagonista de esta historia? Un VOLVO V50. Lo vendo barato, por cierto. Gran coche, y grandes talleres oficiales, de respuesta inmediata).

6 comentarios:

  1. Quiero una motocicleta
    que me sirva para correr
    Yo no quiero bicicleta
    No me gusta pedalear.
    Ni tampoco una carreta
    Por lo despacio que va.
    Pero la motocicleta
    Como me la voy a comprar
    Si no tengo una peseta
    Y no se como guardar.
    Que razon tenian "Los Centellas", retornemos a los origenes.

    ResponderEliminar
  2. Menos maldiciones y más leerse las revistas de coches de toda la vida antes de comprar uno. Si usted no quiere contratiempos haga lo que hacemos todos: compre un Rolls y pague a un chófer. Debe ser usted un poeta o algo así si esperaba un buen servicio de un Volvo con tres años a cuestas, oiga.

    ResponderEliminar
  3. La verdad, no me sorprenden en nada los contratiempos ofrecidos por el macro-avance tecnológico... Pero de todas maneras el mensaje lanzado por Javier en respuesta a tu magnífica descripción del contratiempo por antonomasia, me parece tan cruda como real. Resumamos pues en qué nos queda esto en clave de bondadoso capitalismo.

    No se te ocurra comprar un coche simplemente bueno o incluso malo, sino, el mejor, el que más dinero te cueste y más garantías te dé, porque sino, los contratiempos serán algo habitual en tu largo camino. O se me ocurre que haga fortuna, se convierta en alguien respetado y así le regalarán coches. O también puede robarlo y matricularlo con la venia de un amiguete.

    En el caso de que no se diesen las anteriores circunstancias, su coche vendrá a romperse en el momento más inoportuno, dado que nadie en su sano juicio es capaz de producir algo decente y dejarlo a un precio justo.

    Todo esto desprende un tufillo de dictadura de mercado en el que encima de pagar lo que pagas, tienes que informarte sobre el producto que compras por tu cuenta, ya que en la tienda correspondiente no esperes que el marketing haga de novia sincera, sino de novia de una noche.

    Espero que nos veamos pronto.

    ResponderEliminar
  4. Tengo exactamente el mismo problema con mi v50 del 2006 y sólo 46000km. Coincido en la experiencia y la indignación. ¿Cómo se resolvio al final el asunto?

    slds

    ResponderEliminar
  5. El coche me lo arreglaron en un taller de Soria, y fuí y ine gracias al buen servicio de la Mutua Madrileña, mi aseguradora. No he cambiado de coche, sin embargo, no es el mejor momento para meterse en gastos... Resignación.

    ResponderEliminar